"He sentido tus pasos junto a mi cama. Sonreía en sueños porque olía tu Alma, tu corazón palpitar....sintiéndo algo frío en mis manos, adormiladas aún. Mi corazón anhelaba que, al abrir los ojos, fueras tú, mas mi aterrizaje fue arduo y decepcionante. Hay que ver la distancia que hay...entre tú mundo y el mío!; hay que ver cómo, no hay noche donde mi Alma no susurre tu nombre, extrañándote, anhelándote...oliéndo tu perfume y tus cabellos al viento. No hay noche de tormenta que no estalle en mi ventana, y que por mis ojos no se vacíe el elixir salado, enjugado entre murmuros, sollozos, desdeños, pasión y locura. No hay noche de tormenta que no arrecie sólo fuera la llanura y el sendero arbolado: arrecia mi interior, arrasa con todas mis esperanzas, con todas mis cavilaciones, arrasa con todos mis deseos, mis voluntades...arrecia dolor de tocarte ahí, de pie, translúcido, a medio difuminar, como página añeja tirada al olvido. Yo...sueño...soñaba con palpar tus labios, con sonreír mientras pintabas, mientras hablabas...Hay que ver la distancia de nuestros mundos. A más tiempo transcurre, más intenso es el Invierno en mi espíritu...a más lluvia y niebla, más se extravía mi mente y mis sentidos, porque hay que ver la distancia que hay entre nosotros, sabiéndote irreparablemente lejos, sin poder soportar que hasta la última célula de Mi Ser te busque por todas partes...gritándote en las noches voluptuosas de fiebre, llamándote quedo en las noches de letanía....murmurándote entre sueños y transparencias de estancias a medio iluminar por velas a lo lejos.-"
